El gas lo nubló todo EL TEMOR SE APODERÓ DE LOS MORADORES DEL SECTOR, QUIENES SALIERON CORRIENDO DE SUS VIVIENDA
El reloj marcaba las 6:o0 de la mañana, cuando el olor del Gas Licuado de Petróleo, producto de un escape, comenzó a inundar las viviendas cercanas a la envasadora, lo que ayudó que las familias pudieran salir y hoy no se contaran los muertos.
Tras la explosión, un edificio de tres niveles colapsó, varios vehículos destruidos y decenas de casas afectadas.
Muchas de las personas, salieron corriendo por el temor, llegando a alojarse en el Jardín Botánico Nacional.
De no ser por la voz de alerta de los vecinos, el número de heridos fuera mayor, dijo Leimy Morel, quien aseguró que muchos estaban negados a salir de sus casas cuando se empezó a percibir el olor a gas, alrededor de las 6:00 de la mañana, porque estaba oscuro, pero cuando vieron que se estaba expandiendo, comenzaron a salir.
Dijo que su padre Felipe Vinicio Morel, de 61 años, resultó con graves quemaduras y está en cuidados intensivos del hospital Ney Arias Lora.
Mientras que Maireni Suero Jiménez, aún en pijama al mediodía, porque no le dio tiempo a sacar ni siquiera su ropa, solo recuerda que cuando los vecinos dieron la voz de alerta, salió corriendo con sus dos hijos y su esposo, con quienes vivía en el edificio derrumbado que ahora son solo escombros.
Al igual que ellos, Francisco Pascual Sánchez, Arismendi Rodríguez, Reyes Ferreras son solo algunos de los nombres de los cientos de personas cuyas viviendas resultaron afectadas por la explosión.
Los residentes del sector agradecen a Dios que no se han registrado víctimas mortales. Aunque sus ajuares, las puertas, ventanas, vehículos y hasta las cortinas de sus casas quedaron destruidas.
Alrededor de quince vehículos que amanecen estacionados cerca del lugar tienen los cristales rotos.
“Doy gracias a Dios, porque no fuimos afectados”, expresó Arismendi Rodríguez, tras explicar que las paredes de su casa, ubicada a pocos metros de la envasadora, se movieron por la explosión. Sin embargo, Francisco Pascual Sánchez no puede decir lo mismo. Explica que Altagracia Ortega Jiménez, quien es esposa de su sobrino, es una de las heridas y resultó con quemaduras en la espalda y en un brazo, por lo que fue trasladada al hospital Ney Arias Lora.
Otros, como Pedro De la Rosa atribuyen el incendio al descuido de los propietarios de la envasadora debido a que, según dice, una patana amanecía todos los días llenando el tanque de depósito sin supervisión.
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